Estimadas familias, desde la visión del Colegio, quisiera
compartir con todos los padres la importancia de nuestra actuación hacia las
demandas que nuestros hijos nos hacen. En algunas ocasiones nos encontramos que
los padres justifican las ausencias de sus hijos sin motivos de peso para no
asistir al colegio.
En la vida
diaria de nuestros hijos, aparecen muchas ofertas de actividades propuestas por
diversas entidades con fines e intereses muy diversos. Entre las instituciones, unas no las hemos elegido, como asociaciones diversas, publicidad,
actividades formativas propuestas, etc. Otras instituciones sí la hemos elegido. Entre estas
últimas está el Colegio.
Nuestro
Colegio parte de una Identidad y oferta educativa concreta y, como todos saben,
propone una educación integral.
Cuando hablamos de educación integral, intentamos abarcar aspectos que van más
allá del académico. Para ello organizamos actividades, dentro y fuera del
horario lectivo.
Las que se
proponen fuera del horario lectivo tienen como fin complementar la formación y
su obligada realización responde a su mayor o menor implicación en el
desarrollo del alumno a nivel académico.
Las que ocurren
dentro del horario lectivo, son
diseñadas para objetivar de forma clara la formación integral del alumno y son
de obligada realización.
La
experiencia como educadores nos dice que los alumnos, en general y por diversas
razones, tratan de evitar realizar algunas actividades que se les proponen tanto
las de ordinario (estudiar, ir a clase, etc.) como extraordinarias (actividades
de grupo, convivencias formativas, etc.).
Es en este
punto cuando los padres, desde la
autoridad que nos da buscar su bien, no
podemos alentar su debilidad fruto de su edad o de no tener aun la
capacidad para discernir que les conviene o no.
Tanto en
etapas iniciales - infantil o primaria - o en etapas superiores - secundaria o
bachillerato - los padres no podemos
justificar de forma explícita, sus ausencias o negativas a participar en las
actividades que desde el colegio se proponen para su formación integral.
Si favorecemos que sean ellos los que
deciden, desde su debilidad o falta
de conocimiento, los estamos educando a no afrontar aquellas realidades que de
una u otra manera la vida les presentará, al tiempo que damos por válidos argumentos
falsos de justificación, por lo que la
mentira está por encima de la verdad y sus consecuencias.
Transmitimos un sentido débil y volátil de la obligación
y el esfuerzo, de forma que afrontamos aquello que nos gusta y huimos de lo
que no nos gusta.
Os animo a educar en la fortaleza, en la
confianza hacia vuestros hijos para que puedan hacer frente a los retos y
exigencias de la vida. Esta actitud no
se improvisa y se ejercita desde las primeras etapas de la vida.